En abril del 2013, la categoría reina del automovilismo se preparaba para ir al desértico Baréin para correr, en ese entonces de bajo el intenso calor del sol de la tarde, la cuarta carrera del año. En las afueras del circuito no había filas de fanáticos, por el contrario, había muchedumbres de manifestantes.
Baréin es un país donde aún existe la monarquía y la religión juega un papel primordial en la identidad cultural de su población, además sirve como excusa perfecta para la opresión. Esa semana de abril, las calles estaban llenas de manifestantes que pedían el fin de la monarquía y la instauración de la democracia, las protestas se habían avivado por la detención arbitraria da varios estudiantes y fue tanta la gravedad de los hechos que el parlamento inglés tuvo que pedirle a la FIA que cancelara el evento, no obstante, la carrera siguió adelante y los protestantes que trataron de detenerla fueron arrestados.
Protestas en Baréin 2013
Eventos como este son frecuentes en la actualidad del deporte y los países árabes están en los titulares de los periódicos cada vez que va a haber una carrera. En los últimos dos años, la F1 ha estrenado un gran número de circuitos, incluyendo el gran premio de Jeddha, el cual se ha visto manchado por protestas durante la semana de carrera. Durante el gran premio de Arabia Saudita del 2021, los grupos defensores de derechos humanos a nivel mundial acusaron al gobierno saudí de utilizar la política conocida como “sportwashing” donde, por medio del dinero, utilizan el deporte como una cortina de humo para ocultar las violaciones a los derechos humanos en el país. A pesar de las múltiples manifestaciones contra el evento, y las palabras de pilotos como Vettel en contra de la carrera, el fin de semana pasó sin ningún percance.
Es usual escuchar que la F1 está conectada directamente con la política, pero esta conexión no es tan evidente. Los ejemplos de los países árabes son la muestra de cómo los eventos deportivos son una gran herramienta de política internacional, en especial de la política blanda. No obstante, la complejidad de la relación de este tema con el deporte es más profunda.
La F1 es un deporte que necesita una gran cantidad de recursos para su funcionamiento y las grandes compañías, poderosos actores de la política internacional, patrocinan el deporte con grandes cantidades de dinero.
A principios de este año, en la segunda carrera de esta temporada, también el circuito de Jeddha, trató de ser saboteado por rebeldes del grupo Houthi, quienes bombardearon las reservas de Aramco, la multinacional petrolera manejada por el gobierno saudí, que patrocina la F1, ubicadas en la capital de Arabia Saudita. Los ataques realizados con drones y misiles se hicieron ese fin de semana para aprovechar el alcance mediático del deporte y hacer su protesta contra la monarquía saudí visible a nivel mundial.
Prácticas libres de F1 con la explosión de fondo
Aunque esto fue una gran noticia, quizás, para los fanáticos de la Fórmula Uno, sea más fácil entender la relación del deporte y la política internacional con el caso de Nikita Mazzepin. Antes de iniciar la temporada 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania desató un debate sobre el ya controversial piloto ruso. Dimitry Mazepin, padre del piloto que debutó en el 2021, es un oligarca ruso dueño de la compañía Uralchem y asesor del presidente Vladímir Puttin en temas agrícolas. Gracias a su riqueza, pudo patrocinar la carrera de su hijo en el automovilismo y, cuando vio la oportunidad, decidió patrocinar la escudería norteamericana Hass. Su aporte fue tan significativo que la pintura del monoplaza fue diseñada para parecer la bandera rusa.
La relación de Dimitri con el gobierno ruso vinculaba directamente a Nikkita, lo que causó la expulsión del joven piloto de la categoría y el final del patrocinio del empresario ruso a la escudería Hass. Todo esto sucedió mientras los países occidentales estaban aplicando sanciones a Rusia y presionaban a las compañías a hacer lo mismo.
Esta misma crisis hizo que la compañía Gazprom, manejada por el gobierno ruso y encargada de suplir de gas y energía a una gran parte de Europa, cerrara los gaseoductos que conectan a Rusia con el resto del continente. Esto causó que los países afectados, entre los cuales están Inglaterra y Alemania, casa de varias escuderías, entraran en crisis y subieran los precios de la energía. Frente a este tema, los directores de los equipos, en especial Christian Horner, se manifestaron y comentaron que con lo que les está costando mantener a flote las fábricas, será imposible respetar el tope presupuestario impuesto por la FIA para este año.
FIA y los políticos
Aparte de estar presentes en política internacional, la Fórmula Uno también tiene su historia con políticos. Los ejemplos más recientes se pueden encontrar en la relación de la FIA, la FIFA y el gobierno de Qatar, donde se ve una clara colaboración en la promoción del país árabe frente a la Copa Mundial de Fútbol que se celebrará este diciembre. En el gran premio de Qatar en el 2021 se pudo observar a los presidentes del país y ambas organizaciones, cantar el himno de la nación árabe juntos.
Los políticos han ido de la mano con este deporte desde sus inicios, cuando eran los únicos que podían pagar al automovilismo. Sin embargo, hay dos ejemplos relativamente actuales que mejor representan su participación.
En la temporada de 1974, un lord inglés llamado Alexander Heskett, les dio a los fanáticos del automovilismo un nombre que jamás se olvidará: James Hunt. Con el dinero de su familia, patrocinó la carrera del deportista inglés y creó la escudería Heskett Racinng la cual entró con el pie derecho a la categoría reina. Tras dos exitosos años y una victoria, no fue posible encontrar patrocinadores, ya que ninguna compañía quería estar relacionada con los “play boy” de la F1. Aunque esta fue una historia que inició bien, pero terminó muy mal, Lord Heskett usó el deporte como trampolín para su carrera política y, una vez salió del automovilismo, disfrutó de una larga y exitosa carrera en el parlamento inglés.
En esta categoría también se puede encontrar una de las historias más memorables que han sucedido en la parrilla. El príncipe nigeriano Malik Ado Ibrahim, aparte de pertenecer a la realeza, era un adinerado emprendedor que, utilizo sus conexiones y dinero para ser dueño de un equipo de Fórmula Uno. En 1999, el joven nigeriano se acercó a la escudería Arrows mientras se balanceaban en la permanencia dentro del deporte y les ofreció 125 millones de euros. A cambio de esta suma, el príncipe posicionó el logo de su compañía T-Minus en el lado de los monoplazas. Al final de la temporada, el príncipe desapareció, nunca pagó el dinero prometido y Arrows se vio obligada a cerrar.
Nuevas formas de política en la parrilla
Por último, tenemos la forma más evidente de política dentro de la Fórmula 1 y esta, a diferencia de las otras, es practicada directamente por los deportistas. Desde que Lewis Hamilton ganó popularidad a nivel mundial y después de que Liberty media permitiera a los pilotos hacer libre uso de las redes sociales, el activismo en el deporte se volvió pan de cada día.
Actualmente, hay dos pilotos que se destacan por promover movimientos políticos cada fin de semana de carrera:
Lewis Hamilton se volvió, aparte de deportista, un importante activista del movimiento Black Lives Matter y protector de los derechos LGTBIQ+. Su papel dentro del deporte es tan importante que logró hacer que la Fórmula Uno diseñara una campaña de apoyo llamada “We Race as One” y todos los pilotos lo siguen en la ya cotidiana arrodillada antes de iniciar la carrera.
Sebastián Vettel en los últimos años se volvió en un gran defensor del medio ambiente y protector de los derechos LGTBIQ+. Actualmente, tiene una fundación que se dedica a proteger a las abejas.
Sebastian Vettel con camiseta de apoyo al medio ambiente
Es evidente que este tema no es el preferido de los fanáticos, es más, los trámites burocráticos, las relaciones complicadas y los problemas que causan pueden quitarle magia al deporte. No obstante, es imposible entender a la Fórmula Uno como un mundo aparte y aislado, y es necesario comprender el tejido social, político y cultural que rodea a la categoría reina del automovilismo.
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